Once de marzo queda en la memoria
como un día cruel e inhumano,
día en que te avergüenza ser humano,
día escrito con sangre en nuestra historia.
Sois, terroristas, del mundo la escoria,
sois despreciable asqueroso gusano
que no ve en los demás a otro hermano,
que entre hombre y fiera no ve divisoria.
No puedo pedirle al Crucificado:
"haz, Señor, que el malvado no subsista,
déjale totalmente aniquilado."
Pero sí pido a Dios con el salmista:
"rompe, Señor, las manos del malvado",
rómpele, hoy, las manos al terrorista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario