martes, 23 de septiembre de 2008

El candil

¡Quién pudiera cantar, como mereces,
tu dilatada, santa, humilde historia,
mi candil de antiquísima memoria,
portador de una luz que siempre ofreces!

Los oscuros rincones esclareces,
y a lo que era sombra mortuoria
le pones aureola, luz de gloria,
que en ronchitas de luz siempre floreces.

La mecha, en el aceite va empapada,
un aceite evangélico y cristiano,
signo de caridad fraternizada.

¡Mi candil tenga aceite cotidiano!:
sin caridad, mi mecha está apagada
y no puedo ver el rostro al hermano.