domingo, 29 de julio de 2007

Tomás, el mellizo incrédulo (Jn 20)

"Yo, si no veo, no creo";
yo tengo que ver su cara,
-rostro de resucitado-.
"Tengo que palpar su cuerpo,
meter mi dedo en sus llagas
y mi mano en su costado."

Nosotros, Tomás hermano,
sólo podemos decir
que sí hemos visto al Señor,
y que está resucitado;
que ya ha vencido a la muerte
y a su poder se sustrajo.

"¡La paz con vosotros sea!",
contigo, Tomás, primero,
que te las echas de listo
pidiendo, exigiendo pruebas,
queriendo meter tu dedo
en mis llagas y haber visto.
¡Mete tu dedo y tu mano
y quedarás convencido!

"¡Señor mío y Dios mío!"

Tomás, yo sólo te digo
que ese es bienaventruado,
el que sin ver ha creído".

Y esta bienaventuranza
será siempre la primera:
será bienaventurado
el que su vista acompasa
a la luz de la fe ciega;
la fe que ni va palpando,
ni exige clarividencias.

Nosotros somos, Tomás,
tus auténticos mellizos,
en todo iguales a tí:
¡siempre queriendo palpar
con todos nuestros sentidos,
y poder decir: ¡lo vi!

miércoles, 25 de julio de 2007

SANTIAGO EL MAYOR, PATRÓN DE ESPAÑA (Mt 4, 21)

En el mismo feliz día,
y a la misma feliz hora
que lo fuera Juan, tu hermano,
fuiste llamado por Cristo
para seguirle en sus pasos.

Dejaste tu humilde barca
varada a orillas del lago,
y a Zebedeo, tu padre,
pensativo y extrañado,
pensando, seguramente,
que aquel peregrino extraño
era un loco aventurero,
que iba llamando a otros tantos
para ser "hijos del trueno";
¿un zelotes camuflado?

Siguiendo, al fin, el mandato
de tu divino Maestro
de predicar por el mundo
su doctrina y su evangelio,
navegaste, con audacia,
hasta el occidente extremo,
hasta las costas de Hispania
y el "fines terrae" gallego.

Mucho más te costó el empeño
de convertir a la gente
a la luz de tu evangelio,
y hubieras desfallecido
y caído en desaliento,
de no venir en tu ayuda
la Madre de tu Maestro
sobre la recia columna,
que renovó tus esfuerzos
y te dejó como signo
de la fe de todo un pueblo.

Y ya una vez convertidos
y hechos cristianos viejos,
te van a hacer cabalgar
-como terrible guerrero-
sobre fogoso alazán
que va sembrando de muertos
el campamento enenmigo,
y va cortando cabezas
de fieros moros vencidos,
por los caminos de España
que llegan desde Clavijo.
Eras, sí, hijo del trueno,
pero no sabías nada
del oficio de guerrero,
ni de manejar espadas.

¡Ocurrencia de españoles,
-que sí son hijos del trueno-
el sacarte de la barca
y de tu oficio primero!
¡Que hoy te hagan descabalgar
del blanco corcel guerrero,
si aún queda algún español
de los que en él te pusieron!

El camino de Santiago,
-peregrinos de verdad-
es uno de esos caminos
que sólo se hace al andar;
que exige bordón en mano,
y el corazón más allá
del horizonte rosado
que cabalga sobre el mar;
y la mirada, más alta
que el horizonte más alto,
porque es camino de estrellas
el que lleva hasta Santiago.

¡Santiago y "abre España"!
Ya no es "cierra", como antaño;
ya no es un grito de guerra,
ahora es un grito de hermanos
que celebran y festejan,
en la paz de los abrazos,
el encuentro con América
hace ya quinientos años.

Alto faro de la fe,
¡Santiago de Compostela!
Y alta torre de vigía
sobre tu campo de estrellas,
sigue alumbrando el camino,
sigue marcando la estela
al que hacia Dios peregrina,
a cuantos creen y esperan.

domingo, 22 de julio de 2007

Marta y María (Lc 10, 38)

Marta y María, hermanas desiguales;
muy inquieta y activa la primera,
con ganas de servir muy placentera
al amigo Jesús y comensales.

Y María, a los pies confidenciales
del Maestro -Palabra verdadera-
se pasa atenta la mañana entera
gustando de coloquios tn cordiales.

- Señor, dile tú a María, mi hermana,
que ni ayuda ni el trabajo comparte,
y así está toda la santa mañana.

- Marta, Marta, que el trajín no te aparte
de escuchar a Jesús de buena gana,
"y, hoy, María eligió la mejor parte."

martes, 17 de julio de 2007

El buen samaritano (Lc 10, 30)

No es muy larga la distancia,
sí es peligroso el camino
que va de Jesrusalén
hasta el verde paraíso
de Jericó, fértil vega,
novia del sacro Jordán
y manantial del Profeta.
Y, aunque próxima al Mar Muerto,
es rico vergel de vida:
"la ciudad de las palmeras
y las rosas encendidas."

Yace en la cuneta un hombre,
medio muerto y malherido,
mas todos pasan de largo
eludiendo compromisos:
el sacerdote, el levita
y otros muchos peregrinos.
Pasa un buen samaritano,
caballero en su pollino,
y sin preguntar quién es
-aunque bien ve que es judío-
se aproxima sin desdén,
le hace una cura de urgencia
con su propio aceite y vino,
y lo lleva hasta el mesón
donde lo cuida con mimo.
-"¡Cuídalo bien mesonero,
yo te pagaré con creces
cuanto hayas gastado en él,
cuando vuelva de camino!"

¿El prójimo verdadero?
El que prestó sus auxilios,
el que olvidó que aquel hombre,
medio muerto y malherido
que yacía en la cuneta,
era un olvidado judío;
el que olvidó que era suyo
su propio aceite y su vino.

¡Caminante de la vida,
procura hacer tú lo mismo!

lunes, 16 de julio de 2007

Virgen del Carmen

Virgen del Carmen, faro del Carmelo,
vela y timón de mi barquilla a vela,
estrella y norte que guía mi estela
y marca el derrotero rumbo al cielo.

Sobre el mar proceloso y su señuelo
tu mirada materna centinela,
tu manto es mi bandera y mi tutela,
tu escapulario, logotipo de tu vuelo.

Faro, guía y timón de mi barquilla,
Virgen del Carmen, timonel experto,
que conoces mi mar, milla tras milla
y me haces navegar, seguro, cierto,
para alcanzar, sin miedo, la otra orilla.
¿Quién como tú para guiarme a puerto?