domingo, 29 de agosto de 2010

A la madre Teresa de Calcuta

Viejica y encorvada, diminuta,
unos vivos ojillos chispeantes,
unos pies y unas manos redundantes,
y un rostro como sándalo en viruta.

Icono de Teresa de Calcuta,
la madre de los pobres mendicantes;
y un niño -grandes ojos delirantes-
muriéndose en sus brazos, ¡verde fruta!

Viviste heroicamente esta verdad:
"que el fruto del amor es el servicio,
que servir al más pobre en humildad,
es más un privilegio que un oficio."
¡Madre Teresa de la Caridad,
le pusiste aureola al sacrificio!

1 comentario:

Natalia dijo...

Que hermoso, muchas gracias... Dios lo bendiga siempre.