domingo, 25 de enero de 2009

Conversión de San Pablo (Hch 22,3)

- Me estabas esperando
en la última curva del camino,
y mi atraco tramando
con zarpazo felino;
¡el más perfecto atraco a lo divino!

- Me derribaste luego
de mi duro soberbio judaísmo,
y me dejaste ciego;
tu luz fue el exorcismo
que exorcizó lo oscuro de mí mismo.

- "Dime quién eres"
cómo se llama el que a Saulo ha vencido;
y dime lo que quieres
-salteador fingido-
que con astucia tal me has sorprendido.

- "Soy Jesús Nazareno,
el mismo a quien persigues tú, sañudo;"
e ti mi gracia estreno,
no seas testarudo
y deja que mi gracia sea tu escudo.

- Señor, cuenta conmigo,
que, en adelante, haré lo que tú digas
como el mejor amigo;
quiero que me persigas
hasta hacerme uno en ti, y lo consigas.

1 comentario:

Jesús Aparicio González dijo...

Me gusta su poesía religiosa,
aquí le copio un poemilla que escribí hace unos días en este año que celebramos a San Pablo.
Espero que le guste

¿Tienen que ser mis ojos
los que vean tu dedo señalando el camino?
¿Tiene que ser mi voz
de tu sueño y palabra el vehículo?
¿Tienen que ser mis manos
las que repartan pan, levanten al caído,
herramientas de paz,
las que pongan el vino
del gozo y la alegría
que salve al enemigo?


¿Qué tengo yo que a la misión me llamas?
Si soy también ciego, mudo, torpe, tímido….

Pues me dijiste “Ven” y yo escuché,
pobre de mí si no evangelizo.