domingo, 10 de febrero de 2008

Jesús Tentado (Mt 4)

Recibido el bautismo,
se rasgó, de repente, el alto cielo,
y el Espíritu mismo
-como paloma en vuelo-
se posó sobre tí, limio y sin velo.

Y ese Espíritu Santo
es quien, ahora, te empuja al desierto
a luchar, entre tanto,
a rostro descubierto,
contra el gran tentador, el Diablo experto.

Y en el desierto arcano,
-la soledad tan sólo por testigo-
a solas, mano a mano,
citas al enemigo
y le infliges durísimo castigo.

Que hasta Satán se entere
que no es tu mesianismo triunfalista;
que tu misión prefiere
el servicio altruista,
porque servir al hombre es tu conquista.

Reino que se construye
en humilde servicio y en pobreza;
la soberbia rehuye,
y funda su belleza
en esa pequeñez que es tu grandeza.

El pulso terminado
y en singular combate concluído,
un ejército alado
del cielo descendido,
le sirve a su Señor, nunca vencido.

1 comentario:

Madeja de Palabras dijo...

Felicidades por su blog. es maravilloso.