viernes, 2 de noviembre de 2007

La Muerte (Fieles difuntos)

La muerte nace al tiempo que la vida,
será su compañera inseparable,
será un perro, de sombra insoportable,
pegado a sus talones en la huída.

El saber que mi vida ya va herida,
que mi muerte ha de ser inevitable,
-fecha de caducidad ya invariable-
es saber que he perdido la partida.

Si es así de fugaz y contingente,
tan frágil y tan poco duradera,
el hombre razonable y buen creyente
aspirará a otra Vida Verdadera:
la Vida en Cristo, el eterno Viviente,
sin esqueleto ya ni calavera.

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