domingo, 30 de septiembre de 2007

Lázaro, el pobre (Lc 16, 19s.)

Ese pintor que fue Lucas,
te retrata tan de veras,
más pobre y con más miseria:
tirado, como basura,
en el medio de la calle,
para que algunos te pisen,
para que los más se aparten.
Más de una vez te pusiste
en el zaguán de aquel rico
de los festines diarios,
vestido en púrpura y lino.
Y allí estás, muerto de hambre,
esperando las migajas,
las sobras y desperdicios,
pero nunca te las daba.
¡Siempre pasaba de largo!
Sólo los perros lamían
la suciedad de tu cuerpo
y de tus llagas podridas.
Su corazón, insensible,
sus ojos no quieren verte.
Tú, para él no existías,
eras invisible, ausente.

No era asco ni desprecio,
era la ausencia total
del humano sentimiento
del que ya no puede amar
porque tiene el corazón
metalizado, sin más.

Cuando Dios, en su justicia,
decretó al infierno al rico,
también tuvo para el pobre
reservado un paraíso.
El Señor hizo justicia:
¡cada cual está en su sitio!

Para llegar hasta Dios,
ignora a menudo el rico,
que el camino es el hermano
y que no hay otro camino;
que "el infierno no es el otro",
que el infierno es mi egoismo.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Arcángeles

Alígeros Arcángeles,
del alto Dios mensajeros,
atentos, raudos, veloces
para cumplir sus deseos.

Tú, Miguel, ("¿quién como Dios")
siempre apareces primero
-en lucha contra satán,-
capitán de ángeles buenos.

Y tú, Gabriel, ("Dios es fuerte"),
siempre fuiste su cartero,
el de los grandes mensajes
y anuncios de nacimiento.
Anunciaste a Zacarías
que un hijo vendría a su encuentro;
que Juan sería su nombre
y del Mesías vocero.
Luego anunciaste a María
que gestaría en su seno
al mesías prometido,
al Hijo de Dios, al Verbo.

Y tú, Rafael, ("Dios cura"),
siempre apareces dispuesto
a guiar al caminante
y a curar Tobías ciegos.

Alígeros Arcángeles,
-del alto Dios mensajeros-
cubridme con vuestras alas
y benéfico aleteo.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Y la Virgen se llamaba María

Y cuando Dios juzgó que era el momento
de venir a este mundo y encarnarse,
eligió una mujer en quien gestarse
y ser hijo de Adán sin fingimiento.

Y el alígero ángel, raudo, atento,
se lo anunció a una virgen sin tardarse.
La joven se sintió ruborizarse
entre asombrada y llena de contento.

-“Si esa es la voluntad, y ese es el modo
que place a Dios y al hombre da alegría,
yo, a su palabra, sierva, me acomodo”.

La joven, que así hablaba y respondía,
tenía un nombre que lo dice todo:
“y la Virgen se llamaba María”