domingo, 8 de abril de 2007

¡Ha resucitado!

Un sepulcro prestado fue tu tumba
que, cavado en la roca te acogía,
y un silencio gestante dentro hervía
como enjambre de luz que, inquieto zumba.

Una explosión de luz, al fin retumba
en silenciosa vibrante sinfonía
que, orquestando aleluyas de alegría,
va alumbrando a los muertos de ultratumba.

Sobre Jerusalén-proféticos aciertos-
amaneció hoy radiante mi Señor;
ya no habrá que buscarte entre los muertos,
pues, más fuerte que la muerte fue tu amor.
¡Queremos esta Pascua estar abiertos
a tu oferta de vida y de claror!

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