Jesús es mi Pastor, nada me falta;
en jugosas praderas me apacienta,
me guía, me protege, al lobo ahuyenta
cuando, hambriento, al rebaño, fiero, asalta.
Su silbido y su voz no sobresalta,
no asusta a las ovejas ni amedrenta;
es silbido y es voz que las contenta,
porque al decir su nombre las exalta.
No sólo eres Pastor, sino Cordero,
y eres tú mismo el pasto que da vida
dejándote comer, vivo y entero,
pues tu carne -dijiste- era comida;
y hasta llegar al redil verdadero
tú serás mi Pastor, pasto y bebida.
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