Isidro Labrador,
patrón de este Madrid de Villa y Corte,
su Santo protector,
- paleto por tu porte -
"buen paleto de Dios" que a Dios exhorte.
Parece anacronismo
ser patrón de Madrid un santo inculto
que ignora qué es civismo,
y es tan pobre y estulto
que si viene a Madrid parece insulto.
No llegaste a ser santo
porque fueras labriego de la gleba,
sino por amar tanto;
porque el amor es prueba
de que alguien busca a Dios y hasta él se eleva.
Esos surcos tan rectos,
tan igualitos todos y medidos
trazados tan perfectos,
sólo ángeles venidos
podríanlos dejar tan bien mullidos.
Hoy, Madrid necesita,
más que nunca, tu santo patronazgo,
tu ecológica cita,
que nos lleve al hallazgo
del campo y de su brisa hasta el hartazgo.
¡Isidro Labrador,
-el "paleto de Dios" de arriba abajo"-
haz que siembre de amor
el surco de mi tajo,
y aprenda a humanizar cualquier trabajo!
Tras la yunta cansina
de los días iguales, somnolientos,
venzamos su rutina
y estrofemos, contentos,
los surcos del vivir, de Dios sedientos.
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