María, ya por Ley purificada,
presenta y ofrece al Padre a su hijo
con gran gozo interior y regocijo,
porque sabe que al Padre esto le agrada.
Al viejo Simeón fue revelada
la presencia del Mesías, de fijo,
y al verlo ahora en el Templo a Dios bendijo;
su esperanza quedaba consumada.
Por el Espíritu Santo movido,
anuncia a María dolor profundo:
"su corazón, de espada será herido".
Mas María, es candelabro jocundo,
Candelaria que la luz ha encendido
y ahora lleva en brazos la luz del mundo.
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