El Reino de los cielos es semejante
a un tesoro en el campo escondido,
que un día encuentra un hombre sorprendido
y lo esconde, muy rápido, al instante.
El tesoro es tan rico y abundante,
que regresa a su casa decidido
a vender cuanto tiene más querido,
su alegría es total y desbordante.
Lo mismo el mercader en perlas finas
el día que se encuentra, asombrado,
la más valiosa entre las genuinas.
Sabe bien que es la perla que ha soñado,
vende todo y compra, como adivinas,
pues, sabe vale un Reino dorado.
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