Espíritu, que eres agua,
purifica nuestras vidas
y fecunda el corazón
con tu nueva "agua viva".
Espíritu, que eres fuego,
remueve nuestras cenizas
y reaviva esas brasas
que se apagan mortecinas.
Espíritu, que eres viento,
y eres perfumada brisa,
danos fuerza y dinamismo
que derriben cobardías.
Tú, que eres también aceite,
-un buen aceite de oliva-
úngenos de fortaleza
para vencer injusticias.
Espíritu, que eres vino,
-nuevo vino de alegría-
haznos gustar la misión
"haciendo cuanto él nos diga".
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