De pie -libre y consciente
y el corazón materno traspasado
por esa espada hiriente
del dolor consumado-
estás junto a tu Hijo, en cruz clavado.
Si fuiste conservando
cuanto en torno a Jesús acontecía,
¡cómo irás escuchando
cuanto ahora decía
desde esa infame cruz en que pendía!
-¿Por qué me abandonaste?...
"Todo ha quedado, Padre, ya cumplido..."
"Sé que los perdonaste...
Mujer -seno florido-
tu hijo será Juan, nuevo nacido".
Y allí estás renovando
aquel gozoso "fiat", el primero,
cuando a Dios contestando
te diste por entero:
¡tu sierva soy, Señor, hoy también quiero!
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