Vas a Getsemaní,
-a donde tantas noches antes fuiste-
para encontrar allí
la paz que ahora perdiste,
porque el dolor oprime tu alma triste.
¡Ya está tu suerte echada!
que la rabiosa enemiga jauría
acecha agazapada;
que ya ha llegado el día
de esa tu noche oscura y agonía.
- "Padre, si es posible,
pase de mí este cáliz de amargura!"
Por más que sea horrible,
mi esperanza es segura
porque sé que me quieres con ternura.
Sudas sangre abundante,
que surcando tu cuerpo, al suelo llega
en río desbordante,
y el mundo entero riega
y en paz y bendición todo lo anega.
Sólo el propio dolor
te va en la larga noche acompañando;
todos, alrededor,
dormidos, descansando,
y en un reino triunfal aún soñando.
-"¿No pudísteis velar
y orar un poco al Padre, aquí conmigo?
¡Vamos ya, despertar,
que Judas -nuestro amigo-
llega para entregarme al enemigo!"
Y Judas se adelanta
y besa a Jesús -lo convenido-
¡beso traidor que espanta,
falso beso, escupido
en noche de traición y negro olvido!
Queda Getsemaní
envuelto en un sudario de letargo,
y a los olivos vi
llorar -silencio largo-
lagrimones de olivas -verde amargo-.
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