"Cuando en alto yo sea levantado,
a todos hacia mí he de atraer",
los brazos de mi cruz han de acoger
a cuantos el pecado ha emponzoñado.
¡Cordero en una cruz crucificado,
me basta alzar los ojos para ver
que tu sangre no cesa de correr
de tus manos, tus pies y tu costado!
Que si una vez, Señor, así te he visto,
sepa ser, como Pablo, consecuente;
que no quiera saber ya de otro Cristo
que de aquel que por mí, amorosamente,
quiso morir de gloria desprovisto.
¡Que siempre vea en ti mi antiserpiente!
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