Jesús, con los suyos, va de camino,
va con sus discípulos elegidos,
con los doce que son sus preferidos
y a los que ha asociado a su destino.
De modo inesperado y repentino,
-aunque estén cansados, desfallecidos-
les lanza esta pregunta a sus oídos,
la pregunta de tono clandestino:
-"¿Quién dicen, pues, los hombres que soy yo?"
- "Todos dicen que eres un profeta,
uno más de los que Dios eligió.
-"Vosotros ¿Qué decís, soy un asceta?"
Pedro en nombre de todos confesó:
"Tú eres el Mesías", al que el Padre ungió.
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