Siempre el hombre fue campo
en el que el Bien y el Mal
libran dura batalla
al tiempo de sembrar.
Dios siembra su semilla
de trigo candeal,
y el Maligno, de noche, cizaña sembrará
si el criado, indolente,
se va a dormir, sin más.
Luego vendrán las prisas
de querer arrancar
la maligna cizaña,
negrura de maldad.
-"No seáis impacientes,
esperad al final,
hasta que el tiempo llegue,
el tiempo de segar."
La paciencia de Dios
espera, una vez más,
la conversión sincera;
da otra oportunidad:
que no quiere la muerte
de aquel que obra mal;
sólo quiere que viva,
que vuelva a su amistad.
No arranques tú a la fuerza
la cizaña del mal:
que sólo al mal vence el bien
y el saber perdonar.
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