El cirio, alto, fuerte y luminoso,
signo de un Cristo ya resucitado,
signo de un Cristo vivo y exaltado
a la derecha del Padre amoroso.
La antorcha de un triunfo clamoroso
sobre la muerte y el negro pecado
-que al hombre le traía esclavizado-
tu antorcha, sí, de vencedor glorioso.
Que esa luz de tu antocha luminosa,
alumbre el maratón de esta vida
hasta cruzar la meta victoriosa.
Que esa luz, en tu cirio florecida,
alumbre al hombre a quien la sombra acosa
y vea en tu Luz la suya encendida.
1 comentario:
Creo que debe seguir con las letrillas populares y dejar los sonetos.Consulte con un entendido y le señalará sus fallos . Un saludo afectuoso
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