Serás bienaventurado,
serás un hombre feliz
si tu promesa es tamiz
de un corazón despegado.
Si vives esta pobreza
de espíritu y corazón,
ten la segura certeza
que el Reino será tu don.
Serás bienaventurado
y poseerás la tierra,
si eres manso y sosegado
y nunca buscas la guerra.
Serás bienaventurado
si lloras con los que lloran,
pues tú serás consolado
con caricias que enamoran.
Serás bienaventurado
si padeces hambre y sed
por la justicia acuciado;
oirás: ¡tomad, bebed!
y por Dios serás saciado.
Serás bienaventurado
si eres misericordioso
con el pobre apaleado,
pues, Dios te será abundoso.
Serás bienaventurado
si es limpio tu corazón,
pues, si está purificado,
verás a Dios sin ficción.
Serás bienaventurado
si buscas y amas la paz,
y entonces serás llamado
"hijo de Dios", sin disfráz.
Serás bienaventurado
si, a causa de la justicia,
sufres y eres maltratado;
recibirás la primicia
del Reino por ti heredado.
Si así se puede llamar a estos humildes versos, sonetos y poemas que, espero, os ayuden a rezar y a contemplar la belleza de Dios
lunes, 18 de febrero de 2008
domingo, 10 de febrero de 2008
Jesús Tentado (Mt 4)
Recibido el bautismo,
se rasgó, de repente, el alto cielo,
y el Espíritu mismo
-como paloma en vuelo-
se posó sobre tí, limio y sin velo.
Y ese Espíritu Santo
es quien, ahora, te empuja al desierto
a luchar, entre tanto,
a rostro descubierto,
contra el gran tentador, el Diablo experto.
Y en el desierto arcano,
-la soledad tan sólo por testigo-
a solas, mano a mano,
citas al enemigo
y le infliges durísimo castigo.
Que hasta Satán se entere
que no es tu mesianismo triunfalista;
que tu misión prefiere
el servicio altruista,
porque servir al hombre es tu conquista.
Reino que se construye
en humilde servicio y en pobreza;
la soberbia rehuye,
y funda su belleza
en esa pequeñez que es tu grandeza.
El pulso terminado
y en singular combate concluído,
un ejército alado
del cielo descendido,
le sirve a su Señor, nunca vencido.
se rasgó, de repente, el alto cielo,
y el Espíritu mismo
-como paloma en vuelo-
se posó sobre tí, limio y sin velo.
Y ese Espíritu Santo
es quien, ahora, te empuja al desierto
a luchar, entre tanto,
a rostro descubierto,
contra el gran tentador, el Diablo experto.
Y en el desierto arcano,
-la soledad tan sólo por testigo-
a solas, mano a mano,
citas al enemigo
y le infliges durísimo castigo.
Que hasta Satán se entere
que no es tu mesianismo triunfalista;
que tu misión prefiere
el servicio altruista,
porque servir al hombre es tu conquista.
Reino que se construye
en humilde servicio y en pobreza;
la soberbia rehuye,
y funda su belleza
en esa pequeñez que es tu grandeza.
El pulso terminado
y en singular combate concluído,
un ejército alado
del cielo descendido,
le sirve a su Señor, nunca vencido.
Etiquetas:
Cuaresma,
Evangelio,
Poesía religiosa
sábado, 9 de febrero de 2008
¿Para qué sirve la sed?
"Bueno es saber que os vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed."
Antonio Machado (Provervos y Cantares, XLI)
Yo respondo a esa ignorancia
porque yo me sé un porqué:
porque el hombre es un deseo
y el deseo es una sed.
Que ¿para qué sirve, pues?
Pues sirve, señor poeta,
-y eso lo sabe Vd. bien-
para volver a beber;
para volver a sentir,
una y otra vez,
un deseo satisfecho,
aunque vuelva a renacer.
Tú mismo en otro cantar,
con diferentes palabras,
viniste a decir igual:
"la verdad es la esperanza".
La vida es puro deseo,
aunque sin saber de qué;
es ansia de caminante
que necesita beber
en todos los manantiales
con fruición y avidez.
Porque el hombre es peregrino
que nunca apaga su sed;
su deseo es insaciable,
porque una vez satisfecho,
siempre llega otro después;
y hasta que llegue al final
arden de fiebre sus pies.
Y esto, en lenguaje cristiano
lo decimos de una vez:
Esperanza teologal.
Para que la vida sea
una vida de verdad,
tiene que ser un proyecto,
un lanzarse a caminar
hacia horizontes abiertos,
hacia una meta final
donde ya no haya horizontes
que inciten a ir más allá.
Quedaremos sin deseos
sólo al fin del caminar,
cuando bebamos a tragos
las aguas de la Verdad
que sacian por fin la sed
en divino manantial.
Y aún mantengo mis sospechas
si al beber de esa Verdad
en las fuentes de la Vida,
no se aumenten siempre más
los deseos de beber,
que es poco una eternidad
para saciarse de Dios;
y la gloria puede estar
en eterno tener sed
de un Dios que a tragos se da.
Una sed sin ansiedad
porque es una plenitud
que, al llenarse crece más.
Por eso cambio tu verso:
La Esperanza es la verdad.
Claro que en la eternidad
no hay ni un "antes", ni un "después"
pero pienso que en la gloria
es eterno tener sed
de querer ser como Dios,
como el Padre que nos ama
y nos quiere ver crecer
hacia una gloria mayor...
irnos pareciendo a Él.
(1 Jn 3/2)
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