domingo, 6 de febrero de 2011

A Faustino

¡Que ya es familiar tu nombre, Faustino!
Un joven de juvenil simpatía,
un santo de juvenil alegría,
santo, de aroma y cielo levantino.

Tu espíritu era así, muy cristalino,
todo en tu sencillez te sonreía,
porque en tu gran amor hacia María
vivías confiado en tu destino.

Todo era para ti "maravilloso",
tanto tu amado club valencianista
como tu vocación de religioso.

Que sí, que "Dios te habló" salta a la vista,
y, aunque la enfermedad vino a tu acoso,
siempre tu corazón fue marianista.